martes, 19 de julio de 2011

TARDE


Garganta del diablo, Cataratas del Iguazú.
                 
tarde sé de la inutilidad del instinto que persiste
agotándose lentamente  
he dicho tarde   cómo puede ser tarde o temprano
en este lugar de frases iguales y distintas    cada una
cada una con la ausencia 
                                       cada una con la presencia del río que fluye tarde y temprano

de qué sirve la voz que teme al abismo
y abandona en su descenso al alma que  
muda    nada podrá decir de la dicha
nada podrá decir del dolor humano

De Lecciones de tiempo

viernes, 15 de julio de 2011

ÁNGEL


Ángel, que era un hombre sencillo y cariñoso con su familia, descubrió que el trabajo que cierto día le encomendaron le daba sentido a su vida haciéndolo distinto a todos los demás. La tarea exigía vocación y entrega total, y él la ejecutaba con extremo rigor. Así ganó fama entre los de su oficio y creció en él la certeza de haber sido ungido por una entidad superior, para llevar a cabo aquel cometido que lo situaba más allá de toda culpa. Por esto, cuando empezó a escuchar voces y gritos que le impedían dormir,  Ángel se sintió al principio perplejo y, enseguida y por primera vez en mucho tiempo, vulnerable. Indefenso. Ángel se entregó a la oración, pero fue en vano.
Una noche, apenas conciliado el sueño lo despertó un ruido. Frente a él, al pie de la cama, un hombre le apuntaba con una pistola. A pesar de la penumbra y del rostro desfigurado del otro, lo reconoció. «¡A la mierda!», le oyó decir y Ángel saltó de la cama. Su mujer dormía plácidamente a su lado. Sudoroso y angustiado, fue a comprobar que sus hijos también lo hacían. Salió al patio y encendió un cigarrillo. Antes de acabarlo del todo volvió a la cama y le dio una última calada. La brasa del cigarrillo ardió. «¡A la mierda!», dijo el otro y la cara de Ángel estalló.

De Voces del fuego